Entrevista a Iara Surt
En medio del escenario político porteño, una nueva generación comienza a ocupar espacios clave con una mirada fresca y comprometida. Una de esas figuras es Iara Surt, abogada y presidenta de la Junta Comunal N° 7, que abarca los barrios de Flores y Parque Chacabuco. Con tan solo 27 años, representa una renovación en el ejercicio de la política local, donde se combinan formación académica y vocación territorial.
La Comuna 7 es una de las más diversas y activas de la Ciudad de Buenos Aires. Desde las calles comerciales y caóticas de Flores hasta las zonas más residenciales y tranquilas de Parque Chacabuco, su gestión requiere una mirada amplia y sensible a realidades muy distintas. El desafío no es menor: hay que equilibrar necesidades cotidianas con una planificación que mire a futuro.
Flores, en particular, enfrenta desafíos urgentes. La convivencia entre zonas comerciales y residenciales, los conflictos urbanos por el tránsito, el crecimiento del polo textil y las demandas por mayor seguridad son temas que aparecen con frecuencia en las charlas vecinales. La gestión comunal tiene que encontrar respuestas frente a situaciones que muchas veces llevan años sin resolución. Parque Chacabuco, por su parte, tiene una dinámica más tranquila, pero también reclama atención: mantenimiento de espacios verdes, obras de infraestructura, más propuestas culturales y mejoras en accesibilidad. Cada barrio presenta su propia agenda, y la respuesta no puede ser la misma para todos.
En ese contexto, la figura del presidente de la junta comunal cobra un rol cada vez más importante. Es quien articula las demandas vecinales con las políticas del gobierno porteño. Camina por el barrio, escucha los reclamos y busca dar respuestas, o al menos, abrir canales para que lleguen a buen puerto, ante problemáticas tan diversas como veredas rotas, obras postergadas, seguridad barrial y mantenimiento del espacio público.
1. ¿Qué te motivó a involucrarte en la política local y cómo fue tu camino hasta convertirte en presidenta de la Junta Comunal N° 7?
Siempre sentí que la política es una herramienta para transformar la realidad, y más aún cuando se hace desde lo cotidiano. Mi recorrido empezó con el trabajo territorial en organizaciones barriales y, más adelante, me especialicé en derecho administrativo porque entendí que conocer el funcionamiento del Estado desde adentro era clave para poder incidir con eficacia. Llegar a la presidencia de la Junta Comunal fue un paso lógico para mí: es el lugar desde donde puedo articular demandas concretas y acompañar procesos que tengan impacto real en la vida de las personas.
2. Como abogada especializada en derecho administrativo, ¿cómo aplicás tus conocimientos en la gestión diaria de la comuna?
Me permite tener una mirada crítica, pero también propositiva sobre cómo funciona el Estado. Entender los procedimientos, los límites legales y las competencias de cada área ayuda a gestionar con más responsabilidad y eficiencia. En una comuna, todo lo que hacemos está atravesado por normativas: desde una poda hasta una inspección. Saber cómo mover esos engranajes es fundamental.
3. ¿Cuáles considerás que son los principales desafíos que enfrentan los barrios de Flores y Parque Chacabuco actualmente? ¿Qué iniciativas has implementado para fomentar la participación ciudadana en la comuna?
Flores tiene un entramado urbano muy complejo. El crecimiento desordenado del polo textil en la zona de Avellaneda generó tensiones con los residentes por temas como tránsito, basura, habilitaciones y pérdida de identidad barrial. Parque Chacabuco, si bien es más tranquilo, también tiene demandas importantes: mantenimiento de espacios verdes, obras estructurales postergadas y más presencia cultural. El desafío es equilibrar ambas realidades con una mirada integral. Hemos abierto espacios de diálogo frecuentes con centros de jubilados, clubes de barrio, asambleas vecinales y comerciantes. También retomamos las reuniones de presupuesto participativo y fomentamos que las y los vecinos puedan presentar propuestas. Creo mucho en la política de cercanía, en caminar el barrio, escuchar y dar la cara.
4. ¿Por qué creés que, pese a tantas denuncias y reclamos, la situación en la zona de la avenida Avellaneda sigue igual o incluso peor?
Porque durante mucho tiempo hubo una ausencia de planificación y controles efectivos. Hoy estamos tratando de recuperar una lógica de orden urbano, pero no es fácil revertir una dinámica que lleva años. Además, la Comuna no tiene poder sancionatorio directo sobre muchos de esos locales, lo cual nos limita.
5. ¿Qué te pasa personalmente cuando recorres zonas como Helguera o Bogotá y ves la basura acumulada, el caos vehicular o los talleres con condiciones irregulares?
Me genera frustración, porque sé que eso no representa al barrio que queremos. Pero también me impulsa a redoblar el esfuerzo, a gestionar con más firmeza y a exigir respuestas a los organismos que tienen competencia directa. No naturalizo ese estado de cosas.
6. Hay sectores del barrio que están "olvidados" por la Comuna, si tuvieras que admitir una deuda pendiente, ¿cuál sería?
Admito que hay zonas como el Bajo Flores o parte del sur de Parque Chacabuco donde nos cuesta llegar con la misma intensidad. Por eso estamos reforzando el trabajo en territorio, sumando operativos integrales y articulando con otras áreas del gobierno para que no haya vecinos de primera y de segunda.
7. Vecinos como Ariel Rota denuncian que la transformación del barrio a raíz del crecimiento del polo textil implicó una "destrucción de la identidad" de Flores. ¿Cómo responde la Comuna a ese señalamiento tan fuerte?
Lo escucho y lo respeto. Creo que el desafío es justamente ese: encontrar un equilibrio entre la actividad económica y la preservación del entramado social y cultural del barrio. No se puede permitir que una lógica comercial avasalle la vida cotidiana de quienes viven hace décadas en Flores.
8. Ariel también menciona que muchas de las clausuras realizadas por AGC no se sostienen en el tiempo, y que algunos locales reabren "como si nada". ¿Qué mecanismos de control se aplican actualmente para evitar esto?
Cuando hay una clausura, interviene la AGC (Agencia Gubernamental de Control), y muchas veces los locales apelan, presentan amparos o vuelven a abrir sin habilitación. Nosotros hacemos un seguimiento, denunciamos si corresponde, y pedimos reforzar los controles. Pero claramente necesitamos una estrategia más coordinada y firme.
9. Los vecinos reclaman que el barrio está liberado a los intereses del sector textil y que el Código Urbanístico de 2018 fue hecho a medida de esos actores. ¿Cuál es tu opinión sobre esa lectura y qué margen de acción tiene la comuna frente a ese marco normativo?
Entiendo esa crítica. El Código Urbanístico es una herramienta con muchas aristas, y en algunos casos habilitó desarrollos que no contemplaron la vida barrial. Desde la comuna pedimos que se revise y se aplique con criterio territorial, no de forma automática. Lo local debe tener voz en esas decisiones.
10. Muchos vecinos se sienten solos, desprotegidos o fuera del radar institucional. ¿Qué les dirías a ellos y qué acciones pensás tomar para reconstruir ese vínculo de confianza entre gobierno y comunidad?
Que no están solos. Que entiendo su enojo y su cansancio. Pero también les pido que no abandonen el reclamo, que sigan participando y que nos exijan como funcionarios. La única forma de reconstruir la confianza es con presencia, trabajo constante y diálogo abierto. De eso se trata la política en serio.