Entrevista a Delfina Vicente

27.05.2025


En las calles del barrio de Flores, especialmente en la zona comercial de la avenida Avellaneda, el ritmo del comercio es frenético. A simple vista, la actividad parece una maquinaria económica en constante movimiento. Sin embargo, detrás de persianas cerradas y ventanas tapadas, persiste una realidad silenciada: la existencia de talleres textiles clandestinos que operan sin controles y en condiciones laborales alarmantes.

Delfina Vicente Laguzzi tiene 25 años y, desde hace tiempo, es parte del circuito comercial legal en la zona. Aunque su trabajo en Textil Praga, una empresa dedicada a la importación de telas, no la vincula directamente con los talleres, su experiencia cotidiana en el barrio le ha permitido observar con preocupación la realidad que afecta a trabajadores y vecinos. En esta entrevista, comparte su mirada sobre una problemática que todos conocen, pero pocos se atreven a denunciar.


¿Hace cuánto tiempo vivís o trabajás en la zona de Avellaneda?

Hace unos cuatro años que trabajo por acá, cerca de la avenida Avellaneda. Vivo en otro barrio, pero paso casi todos los días por esta zona.


¿A qué te dedicás actualmente? ¿Tu trabajo está relacionado con la industria textil?

Trabajo en las oficinas de Praga Textil, haciendo tareas administrativas. No estoy directamente metida en la producción, pero sí estoy bastante en contacto con la movida textil del barrio.


¿Cómo describirías el barrio de Flores hoy en día?

Es un barrio muy movido, especialmente por esta zona de Avellaneda. Hay mucha gente, mucho comercio… es medio caótico a veces, pero también tiene su ritmo y su onda.


¿Qué sabés o escuchaste sobre los talleres textiles que funcionan en esta zona?

Se habla mucho de los talleres, sobre todo de que muchos son clandestinos. A veces ves movimientos raros, mucha mercadería entrando y saliendo, pero no sabés bien qué pasa adentro.


¿Dirías que hay muchos talleres clandestinos funcionando por acá? ¿Cómo se pueden identificar?

Sí, creo que hay bastantes. Se nota por cómo están armados los edificios, algunos no tienen carteles, las ventanas están tapadas, y se escucha maquinaria todo el día. Pero nadie dice mucho, es como que ya es parte del paisaje del barrio.


¿Conocés a personas que trabajen en estos talleres? ¿Qué te cuentan sobre las condiciones?
No directamente, pero una compañera tuvo una amiga que estuvo en uno. Contaba que era bastante precario, que trabajaban muchas horas y que casi no podían salir. Pero son cosas que escuchás, no sabés si es tal cual.


¿Qué sabés sobre las condiciones en las que trabajan las personas dentro de esos talleres?

Por lo que se comenta, las condiciones no son buenas. Muchos trabajan sin papeles, en espacios cerrados, y con jornadas muy largas. Hay rumores de que incluso hay personas que viven ahí mismo, pero no lo vi con mis propios ojos.


¿Hay controles o inspecciones por parte de autoridades? ¿Son frecuentes?

Nunca vi una inspección. Es raro porque se sabe que están, pero no parece haber controles reales. Todo sigue funcionando como si nada.


¿Cómo afecta este tipo de trabajo a quienes viven en el barrio?

Supongo que genera tensión. Hay quienes lo ven como una fuente de trabajo, y otros que lo ven como un problema. Yo creo que hay mucha explotación detrás, pero también entiendo que hay gente que necesita trabajar como sea.


¿Notás que los talleres textiles generan contaminación en la zona?

Sí, se nota en el aire, en los residuos. A veces hay humo raro, como si estuvieran quemando telas o algo así. Y las veredas suelen tener restos de bolsas, hilachas, cajas.


¿Viste o sabés si tiran desechos en la vía pública?

No lo vi directamente, pero sí hay mucha basura que parece salir de los talleres. Seguro que no están haciendo una gestión responsable de los residuos.


¿Hay olores fuertes, humo o algún otro tipo de polución visible?

Sí, a veces hay olor a químicos, y el humo que te decía antes. Sobre todo en la tarde o a la noche, cuando parece que trabajan más fuerte.


¿Cómo afecta esta situación al barrio en general?

Creo que lo desgasta. Hay mucho movimiento, mucha informalidad. Eso también genera inseguridad. La gente se acostumbra, pero no es lo ideal.


¿Creés que las autoridades están al tanto de lo que pasa? ¿Hacen algo?

Sí, lo saben. Todos lo saben. Pero no hacen nada o hacen como que no ven. Capaz porque hay intereses, o porque es difícil controlar todo.


¿Qué pensás que se debería hacer con respecto a los talleres clandestinos?

No sé exactamente cómo, pero creo que deberían regularizarse. Que haya controles reales, y que las personas puedan trabajar en condiciones dignas. No se trata de cerrar todo, sino de hacerlo bien.


¿Qué cambios te gustaría ver en el barrio?

Más limpieza, más control, más seguridad. Y que la gente pueda trabajar sin estar en la sombra.


¿Te sentís segura hablando de este tema?
Un poco sí, pero también hay cosas que uno prefiere no decir muy fuerte. Es como que todos sabemos algo, pero pocos se animan a hablar en serio.


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